sábado, 28 de noviembre de 2009

NOSTALGIA CULTURAL

Desde hace unos años me cuesta más encontrar personas con inquietudes culturales tan variadas como las mias. Salvo muy honrosas excepciones las personas verdaderamente jóvenes que conocemos son un erial cultural. Algunas un poquito indies saben de sus mundos de redes sociales y grupos tipo Hercules Love Affair, pero no les preguntes quién es Marc Almod, o George Cukor, o, si me apuras, Lola Flores. Por no hablar del mundo poligonero. No es que esto sea nuevo, seguro que el equivalente cheli del mundo poligonero en los años setenta no tenía ni idea de quién era nadie salvo los Chichos (con todos mis respetos, gran grupo). No sé si he perdido la perspectiva, o si, sencillamente, los años van pasando y realmente a los jóvenes ya no les interesan las cosas que les quedan lejísimos. Si nosotros fuimos rara avis, los jóvenes ilustrados de hoy en día son especies en extinción.

Quizá esa media docena de jovencitos interesantes que conocemos, que lo mismo te cantan una estrofa del Rocky Horror Show, que se distraen leyendo "De Profundis" de Oscar Wilde, que saben quién es Pitita Ridruejo o son capaces de conocer a todo el cartel de actuaciones de un festival como el FIB, son el equivalente a la media docena de jovencitos que una vez fuimos nosotros. Cuando yo tenía catorce años, me preguntaba qué verían en nosotros nuestros amigos, más mayores, más cultos, más interesantes.
Lo que quiero explicar es que siento nostalgia cultural ante el analfabetismo galopante. Y si ciertamente nunca hubiera consentido en mi adolescencia compartir amistad con alguien con quien no tuviera un millón de intereses culturales y estéticos comunes, es cierto que al crecer me di cuenta de que hay otros valores más importantes que vestir estupendamente o saber quienes son Alesiter Crowley, Bowie, Divine, Spock, Sigue Sigue Sputnik, Antonio Escotado, Siouxsie, The Kills o Mark Ryden. He tenido unos cuantos amigos muy entretenidos e interesantes pero malísimas personas, y esos, cuanto más lejos mejor. Tengo otros amigos buenos, buenos, buenos, pero con los que no tengo mucho de qué hablar. Por eso valoro de forma exagerada a los buenos amigos con los que además "hablo el mismo idioma".

Yo creo que lo que te he contado le pasa a todo el mundo según se va haciendo mayor, pero creo que puedo aportar un matiz ligeramente distinto. La mayoría de las personas añoran la cultura que descubrieron de jóvenes y que cultivaron de adultos, y sienten que las generaciones posteriores no comparten nada con ellos porque ellos a su vez no saben nada de lo que pasa en la actualidad a nivel cultural. No es mi caso. No añoro Mazinger Z o un libro de Alvin Toffler porque forme parte de mi juventud, en un momento dado añoro más otros marcadores culturales de épocas anteriores. Y en cuanto a saber lo que ocurre en el mundo hoy en día, estoy tan puesto como hace veinte años.