Ayer El Recinto de Ferias y congresos de Tenerife acogió el paso más arriesgado de una artista que lleva toda su carrera andando sobre la cuerda floja. Adagio no es la típica gira de teatros con barniz orquestal. Nada de medias tintas. Ella sola frente al toro, que en este caso es una orquesta pura y dura. ¿Qué otra superventas se atrevería a hacer algo así?. El público estaba entregado hasta el delirio. Las ovaciones entre canción y canción eran casi más largas que los cortes publicitarios de un programa televisivo… La Naranjo quiso dejar claro que no es un espectáculo a su servicio, sino al revés. Luces de candilejas, hilo argumental y vídeos narrando una historia que al final resuelve la propia diva en persona en un momento teatral de imborrable belleza. Mucho más que un tour de force vocal (que también). Una vez más me sorprende esta grande del mundo del arte.
