Vacaciones y política

Porfín llegaron las estimadas vacaciones de Semana Santa, para mí, las mejores. Ya que en medio de tantos exámenes, estudios y quedadas derrepente te das un descanso de una semana, para volver de nuevo con unas pilas recargadas. Durante unos días dejo el ciberespacio para darle un descansito al teclado.

Cuando vuelva espero estar igual de animado y asi poder seguir escribiendo con fuerza y con nuevas ideas y temas.En estos momentos tengo la moral bastante alta y cuando estoy asi es mejor aprovecharlo.

Espero que todos disfrutemos de este descansito...

 Pero antes de irme he estado ojeando un periodico "El Día" concretamente y  bien me llama la atención la actitud de algunos individuos que se hacen denominar a sí mismos como políticos: mandatarios pertenecientes a la doctrina diplomática, cuyo deber principal es procurar el bienestar y el buen gobierno de la sociedad global.

“Hay que llamar a la rebelión por la subida del I.V.A que propone el gobierno”, citaba en una comparecencia un miembro del principal partido de la oposición. Si bien ustedes saben,  rebelión es un término que la Real Academia Española de la Lengua define como: “Delito contra el orden público, consistente en el levantamiento comunitario y, en cierta hostilidad contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos”.

Llama verdaderamente la atención los términos a los que se refieren ciertos gobernantes para llevar a cabo sus acciones maquiavélicas y antidemocráticas; son aquellos: los amantes de la patria, los que idealizan en la grandeza de la nación, los apasionados del estandarte  de trapo que exhiben en señal de guerra en ciertas circunstancias, como si les correspondiese. Aquellos que vaticinan la ruptura nacional, que hablan con vacile de nacionalismos y de izquierdas independentistas: ¿A caso ustedes no son nacionalistas? Son aquellos los que parece ser, tan amantes del arte diplomático, que cuando no lo han alcanzado, llegan a utilizar técnicas más propias de movimientos autocráticos que de los sustentados en la libertad, el pluralismo o la tolerancia. Aquellos que han sido elegidos democráticamente, representantes de la mayoría social y que se despachan en emplear un lenguaje  que parece estar amparado de toda crítica y, que todos toleramos esos argumentos  fundamentados en la necedad y el insulto.

Aquellos cuyo deber principal debe estar asentado en la ayuda a un gobierno desgastado por la crisis, necesitado de apoyo parlamentario imprescindible  para poder llevar a cabo sus patrones políticos.

Aquellos donde radica una responsabilidad social; que buscan el voto a la desesperada, que hacen llamadas a la rebelión, ¿Deberían hacerlas más bien a la reflexión moral? Aquellos, deberían ser democráticos.